Durante la historia cristiana el Sacramento de la Penitencia ha sido también llamado reconciliación o confesión, pero finalmente los tres sacramentos se refieren a lo mismo.
A diferencia de los juicios tradicionales, en los juicios divinos, el pecador no debe mostrarse asustado sino agradecido, porque el juez en el Sacramento de la Penitencia es Dios, y gracias a él, quien confiesa sus pecados no es condenado sino absuelto.
La confesión es fuente de gracia que nos ayuda a combatir nuestras flaquezas, nos da fuerzas para vencer el pecado y no volver a caer en él.
¿Qué es la Penitencia?
Es el sacramento por medio del cual se perdonan todos los pecados cometidos después del bautismo, son absueltos por Dios a través del sacerdote, brindando en el creyente una nueva oportunidad de reconversión, purificación y una vida llena de gracia.
El Sacramento de la Penitencia tiene varios pasos en su realización:
- La reconciliación es el examen de conciencia recordando los propios pecados.
- El arrepentimiento o también llamado acto de contrición es la acción de reconocer que se ha ofendido a Dios, existiendo el firme propósito de no volver a pecar.
- La confesión es la manifestación breve, sincera y completa de los pecados ante el sacerdote.
- La absolución es el perdón de los pecados por parte del sacerdote con la autorización de Jesucristo, fortaleciendo la confianza y esperanza en Dios.
- La satisfacción es el acto de penitencia impuesto por el sacerdote para reparar el daño ocasionado por el pecado.
El Sacramento de la Penitencia debe ser auricular, individual y secreto, ya que el sigilo sacramental impide al sacerdote develar cualquier confesión.
Este sacramento representa la mejor manera de recibir la misericordia, los dones del cielo y el perdón de Dios.