Amarás a Dios sobre todas las cosas

Tal era la sapiencia de Jesucristo, que durante una de sus oratorias un fariseo en tono desafiante le preguntó ¿cuál es tu gran mandamiento?, y él le respondió: amarás a Dios sobre todas las cosas.

Este mandamiento constituye la base del Decálogo de Dios, que responde a la necesidad que tiene el hombre en creer, amar y sentir seguridad en alguien superior que le brinde protección.

Amar significa dedicar, servir y escuchar a quien se ama, por ello al abrir nuestro corazón, alma y mente buscando amar a Dios, permitimos que él actué por medio de nuestro ser, para poner en práctica su verdad, su justicia y su voluntad en nuestro entorno.

Recordemos que Jesucristo hecho hombre vivió entre nosotros para la voluntad de su padre, así nos entregó amor, y nos dejó una enseñanza: amarás a Dios sobre todas las cosas.

Lo más importante para cada cristiano es que amando a Dios amará al prójimo, respetando su voluntad y tal como Jesucristo nos amó lo amamos a él.

¿Cómo amar a Dios?

Para amar a Dios en nuestras vidas no significa clamarlo, pensarlo o arrepentirnos únicamente cuando tenemos problemas o practicar su palabra solo por cumplir.

Amar a Dios implica sacrificar intereses o gustos, y vivir acertadamente cumpliendo su mandato con fidelidad, reconociéndolo como el creador de todo cuanto existe, creyendo en su palabra y obra, cumpliendo su voluntad amando al prójimo, orándole, pidiéndole y agradeciéndole todo cuanto necesitamos y tenemos.

Igualmente debemos alejarnos de las acciones que contradigan las virtudes cristianas como son la superstición en objetos o palabras, la profanación de templos, idolatrar falsos dioses, la invocación de fuerzas ocultas y dudar o negar la existencia de Dios.

Cuando guardas fielmente en tu corazón los mandamientos y amas al prójimo amarás a Dios sobre todas las cosas.


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