El robo es algún muy común en nuestra sociedad actual, tanto que hay mucha gente que transgrede y viola estos diez mandamientos diariamente, y casi nadie se salva ante los ojos de Dios de este terrible pecado.
La palabra robar significa quitar a alguien algo que le pertenece, sin su permiso, usando la violencia o el engaño, por lo tanto, es un acto de egoísmo no de amor.
El robo tiene que ver con una motivación egocentrista del ladrón en querer obtener bienes ajenos sin el más mínimo esfuerzo propio, por ello, Dios nos dotó de la conciencia para distinguir lo que es bueno de lo que es malo, y de la razón para diagnosticar cuando se comete este pecado contra su ley.
Entonces podemos concluir que la ley de Dios es inteligente, perfecta y correcta, en consecuencia, no robarás constituye un mandato a seguir para no caer en malas acciones como la violación de la propiedad privada, la codicia o la violencia.
En este mandamiento hay pecados que para la sociedad no son tan visibles como un asalto a mano armada, pero ante la vista de Dios si lo son, como: pedir prestado y no devolver o pagar, los empleadores que abusan de sus empleados y viceversa, el fraude, la estafa, el despilfarro, restarle tiempo a otros, y cuando nos alejamos de las obligaciones como cristianos.
¿Cómo cumplimos el mandamiento de no robarás?
Las virtudes de la justicia, la caridad y la templanza son las bases para cumplir el mandamiento de no robarás, por lo tanto, no le robemos a Dios el privilegio que tiene en bendecirnos al ser personas honestas.
Cuando se cumple el mandato de no robarás se enaltece el principio de la honestidad, la confianza hacia el prójimo, el trabajo y sobre todo el respeto a Dios.