La gula

El ser humano debe ser capaz de entender cuáles son los pecados capitales que lo apartan de la gracia de Dios, y  querer comer o beber hasta que el cuerpo pueda soportar es uno de ellos.

La gula es un deseo desordenado y exacerbado por el placer conectado a la comida y la bebida.

A pesar que muchas veces pasamos por alto este tipo de comportamiento, la gula se refleja en:

  • Tener ciertos gustos por algunas comidas que nos hacen daño y las consumimos, como por ejemplo las personas que sufren de diabetes o gastritis.
  • Consentir el apetito por comidas costosas especialmente cuando no están al alcance de la economía personal.
  • Comer vorazmente prestándole mayor atención a la comida que con quienes se comparte la mesa.
  • Alimentarse solo para mantener la belleza física del cuerpo obviando la del alma.
  • Consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de perder totalmente de la razón, lo que representa un pecado mortal.
  • No compartir los alimentos que nos sobran con aquellos que tienen carencias.

Si no somos capaces de controlar nuestros hábitos alimenticios, mucho menos tendremos la capacidad de contener las malas costumbres de la soberbia, la ira, la avaricia, la lujuria, la envidia y la pereza.

Dios nos ha brindado una creación abundante de alimentos para que la honremos disfrutando con recato y moderación lo que nuestro cuerpo necesita, evitando así dentro de los pecados capitales, el de la gula.

¿Cómo nos podemos librar del pecado capital de la gula?

La templanza contrarresta este pecado capital, ya que con ella se moderan los placeres y se logra mantener un equilibrio racional en el consumo de alimentos y bebidas.

Esta virtud implica tanto una firme voluntad como un mayor carácter, que se traduce en alcanzar la felicidad al ser dueños de nuestros actos y estar más cerca de Dios.


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